23/10/2021. RUTA GUIADA POR EL PARAJE DE LA CARRASCA. SIERRA ESPUÑA
Breve crónica de la actividad.
Dentro del programa de actividades conmemorativas de los 130 años del inicio de las repoblaciones forestales de Sierra Espuña, promovido por la Dirección General de Medio Natural, el pasado sábado 23 tuvo lugar en el interior de este parque natural la primera de las rutas que forman parte del paquete “las sendas de la repoblación”. En esta primera ocasión discurrió por uno de los parajes más emblemáticos de Espuña por cuantos rastros alberga de todos aquellos trabajos, además de por la singularidad de su entorno natural e histórico: los barrancos de En Medio y La Carrasca.
La ruta dio comienzo en el mirador del collado del Pilón, a 1.080 metros de altitud. Ya en los primeros metros los senderistas pudieron detectar que no se trataba de una ruta normal. Entre el pinar se dejaban ver las primeras carrascas y algunos robles quejigos, fruto de las intervenciones de repoblación que en esta zona se desarrollaron. Entretanto, el encuentro con el viejo horno y su cantera de yeso sirvieron para conocer algunos detalles de la obtención de este material de construcción muy aprovechado también en numerosas obras de apoyo a la restauración forestal.
La abundante lluvia caída el día anterior brindaba una mañana de especial belleza, por esa atmósfera tan limpia con un cielo azul palpitante, pero también por una densa vegetación lavada y el ambiente fresco propio de esta altitud. La senda de La Carrasca, a menudo entre robles, les acercó hasta el singular cruce de la Cuesta de las Raíces, allá donde algunas de las obras constructivas de hace 130 años mejor se revelan. No en vano, tanto el camino, construido sobre grandes piedras acopladas mediante mampostería en seco, sus pasos de agua, la inmediata casa forestal del barranco de En Medio y los restos de los antiguos viveros formaron un conjunto muy aprovechado para entender la magnitud de aquellos trabajos.
El equipo de guías se sirvió de algunas de las fotografías antiguas (muchas de ellas con más de 120 años) para localizar sobre el terreno varios de los elementos de antaño. La antigua balsa de riego, el caño que la alimentaba de agua, la calera, las chozas donde habitaron algunos de los trabajadores, el antiguo lavadero o incluso las propias terrazas del vivero, se mostraron como un libro abierto para conocer cada detalle de aquellos sorprendentes trabajos.
Una vez en La Carrasca, al pie de las impresionantes moles montañosas de Pedro López y del Morrón de Totana, tocó hacer una semblanza a la primera visita que Ricardo Codorníu realizó a Espuña en marzo de 1889. Su segunda noche la pasó aquí, en el mismo lugar en el que en abril de 1806 había caído una nevada tan abundante que alcanzó la tremenda altura de 14 palmos, algo más de 3 metros. Dos placas integradas en la fachada lo recuerdan. Las vivencias de los habitantes de este lugar, su vinculación con los pozos de la nieve, la propia actividad de recoger y fabricar hielo en ellos, la labor de los vigilantes del monte o el aprovechamiento del agua fueron algunos de los aspectos que a partir de aquí también los guías ayudaron a interpretar. Fue también un buen momento para abordar los trabajos silvícolas que actualmente se están acometiendo en otras zonas de Espuña con la finalidad de evitar el colapso de un bosque que, no podemos olvidarlo, nació de la intervención humana.
Ya de regreso al punto de partida el variopinto grupo de senderistas (procedían de Totana, Alhama, Alcantarilla, Murcia, Cartagena, Torre Pacheco o Torrevieja, entre otros lugares) destacó cuán valiosa les había resultado esta ruta. Los que ya la conocían afirmaron que después de tantos años de recorrerla jamás se habían fijado en tantos detalles sobre la historia ambiental de Espuña como los que esconden los escasos 7 km de recorrido.
El sábado 6 de noviembre tendrá lugar la segunda de estas rutas, en esa ocasión por el paraje de Las Alquerías.
